(LA PAZ, BOLIVIA). Porque leerte cada día fue crecer un poco. Gracias por enseñarme que las distancias son sólo eso, distancias. Gracias por acogerme, por siempre formar parte de un antes nunca mío. Gracias por recordarme cuán cerca habita la sonrisa de la lágrima, precisamente tú, que tan poco gustaste dar a saber de tu vida. Gracias por la metafísica cartesiana y la melancólica fragancia de tus nadies. Por todo y por más. Por una sociedad que ha hecho del mañana y del macana su manera de ser y de estar en el mundo. ¿Y qué nos queda? Tanto y que un olvido recuerde a otro. Todos los días se comienzan cosas pero, tarde o temprano, todas acaban. Marcho en una corriente de aire; me quedo en el presente, en tu instante fugaz. Que estas líneas sirvan de diván.