Cual organismo vivo que es, la información posee un proceso evolutivo y, en ocasiones, involutivo. Tras el nacimiento (que son los hechos en sí), llega el desarrollo, que lógicamente no tiene un único camino. Las vías principales, las autopistas de la información, suelen estar controladas por demasiados intereses: empresariales, políticos, editoriales, publicitarios…La lista puede ser interminable. Las carreteras secundarias son una buena vía de escape, una alternativa para avanzar, para que la información no pare y llegue a la ciudadanía sin censuras o autocensuras. Aunque claro, el tránsito es menor y por tanto el eco carece de parte de resonancia.
El flujo de la información y su desarrollo (o postdesarrollo, por el que tengo más simpatías) es una cuestión que afecta al derecho a la información (básico para una ciudadanía libre y para una sociedad realmente democrática). Información es poder: «La comunicación es hoy una materia prima estratégica, tan rentable como el petróleo», leí en alguna ocasión
«Estamos en una situación en que las organizaciones más poderosas del mundo pueden indagar en la vida de toda la gente porque cualquier cosa importante que hacemos está en internet (…) Toda esta información fluye hacia arriba, hacia la gente que tiene el poder. Y la única manera de equilibrar eso es que la información fluya hacia abajo y también lateralmente», ha dicho Julian Assange, fundador de Wikileaks, a Jordi Évole en un excelente programa dedicado a la transparencia
Democratizar la información, básicamente. Si es fuente de poder, también lo es de libertad y de capacidad de decidir; parámetro básico, este último, cuando se habla de desarrollo humano
Escuchando el otro día a Assange y la importancia del flujo de la información, me vino a la mente el informe Mac Bride (titulado ‘Voces Múltiples, Un Solo Mundo’), un documento de la Unesco publicado en 1980 y redactado por una comisión presidida por el irlandés Sean MacBride, ganador del premio Nobel de la Paz. Su subtítulo -‘Hacia un nuevo orden mundial de la información y la comunicación, más justo y eficaz’- dice mucho de su fondo
Su objetivo era analizar los problemas de la comunicación en el mundo y proponer soluciones tales como para promover la idea de que la comunicación es un derecho fundamental; aminorar los desequilibrios y desigualdades que se producen en el momento de la difusión de la información; liquidar las barreras que impiden la libre circulación y una difusión equilibrada de la información; garantizar la pluralidad de las fuentes y los canales de la información; garantizar la libertad de prensa y de información; o respetar los derechos de todos los pueblos del mundo a participar en los flujos de información internacionales, entre otras cosas
Gabriel García Márquez, que participó en el estudio, escribió en uno de sus artículos, recogidos en su libro Notas de Prensa: «Lo único en que todos estuvimos de acuerdo desde el principio fue en la certidumbre de que el flujo de la información de este mundo circula en un solo sentido: de los más fuertes hacia los más débiles». Y añade: «Es el mejor informe posible sobre el drama de la comunicación sin regreso y la información pervertida»
El informe MacBride fue redactado hace más de 30 años para quedarse en un cajón, por cierto, entre otras razones, porque Estados Unidos lo rechazó. Yo nunca lo estudié en la Facultad de Periodismo; he tenido que especializarme en Globalización y Desarrollo para entender estos procesos del flujo de la información y su importancia
Dice Eduardo Galeano que la información mundial es «un monólogo del Norte del mundo». Desde este lado de la brújula informamos al Sur de sus procesos y de sus realidades a través de nuestras agencias de noticias (las primeras empresas del mundo que fueron globalizadas)
De arriba abajo. Así fluye la información según Galeano y Assange. De abajo arriba y de manera horizontal debería discurrir de la información para que vivamos en sociedades justas. Las carreteras secundarias, y de doble sentido, nunca tuvieron tanta importancia.