(BOGOTÁ, COLOMBIA). Soy un tipo como surge. Como lo que hay, lo que toca. Me encanta madrugar pero no hay cosa que más pereza me dé que el agua por las mañanas. Así que no es difícil verme ingresando al mundo de los despiertos con la técnica del gato, humedeciéndome la yema del dedo (índice) para quitarme las legañas que tan buena compañía me hicieron durante la noche anterior. Incluso al peine lo miro con recelo. Así que con no poca frecuencia surjo despeinado. Es lo que hay, lo que toca. También y sobre todo en Colombia, donde dos meses después apenas he disfrutado de un par de duchas ‘calientes’ (entrecomillado como eufemismo para tibias). Cada mañana despierto y cada noche me acuesto en un desafío ciclópeo: los pelos de punta, las orejas despegadas, el cuello terso y la espalda recta. El agua hasta a la piedra acaba por vencer. Agua fría… brrrrr…