(BURGOS) Confieso que yo sí tengo miedos y además en plural. Unos los venzo pero otros no; entre estos últimos, algunos porque no soy capaz de derrotarlos por mucho que me empeñe, pero otra buena ración de temores siguen conmigo porque ni intento desembarazarme de ellos. No considero que el miedo sea una experiencia que debamos eliminar de nuestras vidas. Vivir sin miedos es, sencillamente, una contradicción. Lo mismo sucede con el fracaso, por cierto; pero esa es otra historia. Escuché de Alain que el hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo. Me temo (y aquí va otro miedo) que el ser humano sin miedo cada vez es menos humano y más máquina. Post-Modernidad, lo llaman, para describir una época aupada a hombros de gigantes como la valentía, la fortaleza, el éxito. Y eso también me da mucho miedo.