Recibo el típico mail que te llega porque estás en una lista de distribución. Muchos, la mayoría, no los abro y los borro según aparecen en la bandeja de entrada. Otros, los menos, los guardo para leerlos con tiempo. Pero éste que acabo de recibir tiene un futuro incierto: dudo en si tirarlo directamente o en si leerlo detenidamente. Sé su contenido, no los detalles, que, tal vez, no me interesan.

‘Decimos hasta siempre’ reza en el asunto.

La Revista Pueblos cierra. Sí, así de simple y de duro. Siento pena, tristeza, rabia y mucho enfado. Sé desde hace tiempo que este final estaba escrito, incluso tenía más o menos claro la fecha de defunción, pero no estoy lista para recibir la esquela.

Pueblos es una revista de esas que apenas quedan, de las que se coleccionan, que se guardan. Sus temas siempre pueden ser leídos en distintos momentos y lugares. De hecho, en la última editorial recuerdan que los artículos con los que arrancaron en 1998 podrían haber sido publicados hoy mismo. 20 años lleva la Revista Pueblos en la calle (decir mercado en este caso sería un sacrilegio) ofreciendo miradas amplias, voces periféricas, e interrogantes infinitos. Seis años llevo escribiendo historias en sus páginas. Excepto las dos primeras, que fueron gratis (en mis primeros momentos como autónoma aún me quedaba mucho por aprender y defender), siempre he sentido que mi trabajo ha sido valorado. Incluso, en una ocasión, cosas de esta profesión, aceptamos, junto con Jairo Marcos, de ahí el plural, el reto de maquetar un número.

Cuando cierra un medio que ha confiado en tu trabajo, en tu profesionalidad, en tu punto de vista y en tu narrativa sientes que el fracaso ha ganado una batalla. No entiendo ni comparto el cierre de la revista, pero acepto que en tiempos de clickbait, de redes sociales, de imágenes y de titulares que encajen en un tuit Pueblos pareciera un anacronismo, más que necesario. Se cierra de nuevo un medio que invitaba al reposo y la lectura pausada, ésa que tanto nos hace falta. Se cierra una pequeña casa para mi trabajo. Y yo no puedo estar más triste.

Abro el correo y escribo, para quien quiera leerlo, que lamento el cierre de Pueblos. Aún no he recibido respuesta.

Disculpadme, pero estoy de luto.