Desde que Imelda Dola tiene sida no consigue dejar atrás la sensación de soledad. (Makasu, Kenia, septiembre 2010)
Amami Seti Shoo, con 15 años y camiseta verde, vive al cuidado de su abuela – Aisia Sadiko Teri, a su izquierda- desde que el sida le dejó huérfano de padre y madre. (Kimangara, Tanzania, agosto 2010)
El doctor Goodluck Uiso atiende a Obea Yunga, infectado por el VIH/Sida. (Mwika, Tanzania, agosto 2010)
Ataviada con vivos colores, Grace Madiwe afronta el sida con una sonrisa. (Babati, Tanzania, agosto 2010)
El sida olvida los nombres en los laboratorios de Kiwakkuki, donde se analiza una pequeña muestra de sangre. (Arusha, Tanzania, agosto 2010)
Los enfermos de sida tienen rostro. Y sonrisa. Foto del Día Mundo Negro Digital. (Babati, Tanzania, agosto 2010)
La enfermedad de las personas que no existen. El silencio es el estatus al que se agarran las seropositivas, incapaces de revelar su enfermedad. Pero la calificada como la última plaga del siglo XX esconde también historias de luz y esperanza.