El apeo era la tarea inicial: consistía en la corta con hacha, aunque más tarde se introdujo la sierra. (Alto Tajo, abril 2025)
El descortezado se hacía en la primavera, para no perjudicar la albura o madera exterior. (Alto Tajo, abril 2025)
Gancheros derribando uno de los pinos albares. (Alto Tajo, abril 2025)
Documentado desde el siglo XVI, el de ganchero era un trabajo peligroso que duró hasta mediados del XX. (Alto Tajo, abril 2025)
La pela es la técnica de preparación de la madera. (Alto Tajo, abril 2025)
Cuadrillas de gancheros veteranos y jóvenes rememoran cada verano las técnicas de conducción de troncos por el río. (Alto Tajo, agosto 2025)
Atado de troncos para facilitar su transporte por curso del río. (Alto Tajo, agosto 2025)
Los troncos se resbalaban hasta el cauce del río, donde se preparaban para su transporte fluvial. (Alto Tajo, agosto 2025)
Un ganchero avanza en el curso del Tajo, el agua hasta la cintura y en la mano su característica pértiga, generalmente de madera de avellano, con punta de lanza y un saliente curvo, como una garra de hierro acerado. (Alto Tajo, agosto 2025)
Ganchos o bicheros en alto, estas pértigas eran la única herramienta de los gancheros y de donde proviene el nombre de su oficio. (Peralejos de las Truchas, agosto 2025)
Los gancheros, hombres en su mayoría, eran capaces de sortear corrientes, salvar obstáculos y llevar la madera hasta aserraderos o puntos de carga río abajo. (Alto Tajo, agosto 2025)
Dos personas recrean el transporte de madera, una práctica que sigue viva gracias a la Fiesta de los gancheros del Alto Tajo, declarada de Interés Turístico Regional desde y con el oficio reconocido como Bien de Interés Cultural Inmaterial. (Alto Tajo, agosto 2025)
El traslado de los troncos exigía una organización compleja para domar y doblegar al mismo tiempo la madera y el río. (Alto Tajo, agosto 2025)
El paso de los troncos a los embarcaderos o aguaderos se efectuaba en carros y tiros de bueyes o mulas. (Alto Tajo, agosto 2025)

La Fiesta de los Gancheros, que se celebra el último fin de semana de agosto y de forma rotatoria en cinco municipios del Alto Tajo (Peralejos de las Truchas, Poveda de la Sierra, Peñalén, Zaorejas y Taravilla), recrea el oficio de los gancheros, que durante siglos transportaban las maderadas por las aguas del río, desde las serranías próximas hasta las factorías de la zona de Aranjuez.

La ganchería aparece documentada desde el siglo XVI y perduró hasta mediado el XX, cuando la consolidación del transporte por carretera en camiones acabó con esta actividad. Se trata de una fiesta declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Bien Inmaterial y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

José Luis Sampedro recreó la vida de estos hombres y mujeres en su novela El río que nos lleva (Aguilar, 1961). Los gancheros también se asoman por las páginas de Memorias ahogadas (Pepitas, 2024).