Señores ególatras, viscerales, sexistas y caprichosos, por no seguir con los calificativos, están tomando decisiones que afectan y destrozan muchas vidas.

(BILBAO). Estas últimas semanas estamos viendo un despliegue mediático de señores, en posiciones de poder, comportándose como verdaderos imbéciles. Siento el exabrupto, pero hay veces que las palabras más precisas son las más groseras. ¿Cómo calificar una discusión pueril entre el presidente de Estados Unidos y el hombre más rico del mundo en redes sociales lanzándose acusaciones incluso de pederastia? Una rabieta entre amigos, se supone, que parecían decidir, en el fragor de una discusión, políticas públicas de uno de los países más influyentes del mundo. Nada de decisiones democráticas, consensuadas, pensadas; un y tú más, ahora no te hablo o ¡a que me chivo! para manejar el cotarro.

Un día de rabieta de Donald Trump puede hacer temblar el mundo. Su enfado puede provocar una intensificación de las deportaciones o una escalada de la violencia y de los bombardeos en varias zonas del mundo. O un aumento de aranceles que descuadra las políticas económicas y las previsiones de decenas de países y millones de trabajadoras y trabajadores.

¿Y nadie le ha parecido que esto es demasiada masculinidad? De esa hegemónica y patriarcal, de es así porque lo digo yo, aquí ordeno y mando, porque soy mejor que nadie y no me cuestiones que me enfado.

Un día de rabieta de Benjamin Netanyahu son decenas de personas asesinadas en Palestina. Y no solo en la Franja de Gaza; en Cisjordania las cifras son igual de terribles. En realidad, no hace falta que el presidente de Israel esté enrabietado para que la situación de la población palestina sea tremendamente dolorosa y cruel; su actitud vital está asociada a la violencia y al colonialismo típico de la Edad Moderna: voy y arraso, porque puedo y me aplauden y eso me gusta. Y no me rechistes que soy el elegido del pueblo elegido.

Estoy harta de ver cómo un puñado de señores embravecidos y depredadores están dejando un mundo (o creándolo) asquerosamente violento. Y lo hacen aupados por empresas que les aplauden, con las que hacen negocios y a las que dan rienda suelta para seguir llenando sus bolsillos. Y lo hacen llenando titulares y ocupando espacios mediáticos; que se hable de ellos, que es lo que quieren, mientras quienes sufren sus berrinches parece que no existieran.

¿A nadie le ha parecido que estas actitudes han llegado demasiado lejos y que estamos en manos de un puñado de señores ególatras, viscerales, sexistas? ¿A nadie le parece que hay demasiado capitalismo? ¿A nadie le parece que demasiada chulería? (No quiero usar el término masculinidad tóxica porque basta de eufemismos; son imbéciles, sí, pero con ovación).

 

Los amigos de Pedro

Hace un par de años (¡parece otra era!) los amigos del presidente Pedro Sánchez estaban “incómodos” con el feminismo. Pobres. ¿Cómo estarán ahora con la bravuconería de los líderes mundiales? ¿O serán Santos, Koldo o José Luis aquellos amigos a los que se refería Pedro? Por lo menos, sabemos que incómodos con el reparto de mordidas y de amaños de contratos públicos parece que no estaban; al contrario, todo apunta a que se movían a sus anchas. Tampoco parecían incómodos con usar el cuerpo de las mujeres a su antojo, como quien se juega un café o una ronda en una partida de mus de sobremesa. Puro capricho de gente que ha medrado por la puerta de atrás, en reuniones en las que se deciden de manera antojadiza cuestiones que afectan a la vida de todas.

Puñados de señores decidiendo quién muere y quién no, a quién se deporta, a quién se destroza la vida. Puñados de señores hablando de seguridad, mientras nutren a empresas de armas, engordan ejércitos. Puñados de señores decidiendo qué empresa se encarga de la obra pública para que ellos se llenen los bolsillos aún más, porque la avaricia nunca es suficiente. Y puñados de señores ofreciendo dinero en B para ganar contratos millonarios de fondos públicos, porque ellos lo hacen muy bien, son emprendedores, el mercado se regula solo, y si tú no ganas es porque eres tonta o no has trabajado lo suficiente. Puñados de señores, un día amigos y otros enemigos (que se lo pregunten a Koldo, a Elon, y a toda esta panda que no quiero seguir nombrando porque en realidad lo que me gustaría es escribir sobre gente que hace cosas hermosas), que dicen que el feminismo ha llegado demasiado lejos, que eso de que la gente tenga derechos está muy mal porque entonces no podrán ganar tanto dinero ni tener tanto poder ni hacer tantas sandeces que arrasan con vidas, con esperanzas y con ilusiones. Puñados de señores que ocupan medios de comunicación dirigidos por señores. Siempre con corbata, por cierto, que la imagen es importante para la foto. Sí, ya sé que hay alguna señora, ¡pues claro!, pero las estructuras son las que son y los matices son buenos cuando aportan algo que descuadra. Puñados de señores que compran voluntades mientras hablan de mérito. Puñados de señores que están ahí por ser hijo de o amigo de, pero, vamos, que el feminismo ha llegado demasiado lejos y está lleno de chiringuitos. Ja.

 

[Lee aquí el artículo original, publicado en Pikara Magazine]