(BURGOS). «Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja al tercero…siempre Maradona, ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta… y Goooooool… Gooooool… ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar perdónenme… Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Gracias dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 – Inglaterra 0».

Aquel puño apasionado que narraba Víctor Hugo Morales en 1.986 ha renacido estos días para dar aliento a un astro que agoniza. Primero fueron las drogas y el entorno quienes se llevaron a Maradona. Ayer fue el Mundial. Como las estrellas fugaces, su brillo fue efímero, pero intenso. Bello. Único. Indefinible. Quedó en eso, en un destello dentro de un terreno de juego por 27 años prolongado. Ganó, entre otros, un Mundial, dos Scudettos, cuatro Balones de Oro y, lo más importante, el eterno respeto de su pueblo. Había tanta poesía en los gambeteos del ‘Pelusa’, que ridiculizó miles de sonetos mal enhebrados. Entonces, envejeció para el deporte y lo abandonó. Le exigieron ser más que el mejor futbolista. Sencillamente, no pudo.

Muchos no entienden cómo es posible que medio mundo idolatre todavía al 10 argentino, un hombre adicto a la cocaína, que disparó a los periodistas, amigo de Fidel y polémico por definición. Sólo él sabe la respuesta. O quizá tampoco. Dice Manuel Alcántara que abandonar este mundo sin haberlo empeorado es una hazaña. Diego lo mejoró para los suyos. Ya son dos. Pero no es perfecto. Nadie lo es; ni siquiera un genio como él. Desde lejos, uno tenía la impresión de que en Sudáfrica Maradona quería morir. Necesitaba morir. Y no tiene por qué dar explicaciones. Los semidioses no necesitan dárselas a los simples mortales. Si te querés morir, morite tranquilo pibe.

«Ayer murió un Maradona,
pero Diego siempre se reinventa a sí mismo.
Mañana habrá otro Maradona.
Diego va a poder renovar esa fuerza.
A veces necesita hacerse pedazos y volver a nacer
«
(Fernando Signori, preparador físico de la selección albiceleste)