(EN TRÁNSITO VIVENCIAL) Persigo palabras. Por lo que muestran y por lo que callan. Por cómo lo dicen. Por su primera vez. La palabra es siempre un acto social. Quitad el punto y no habrá línea; quitad la palabra y no habrá nada. En un mundo sin palabras seríamos incapaces de salir de nosotros mismos, presas de un solipsismo por lo de más inhumano. Las palabras son la materia prima del Periodismo. Y de la Filosofía. El lenguaje es la forma perfecta de las dos actitudes que me han enseñado a mirar. Quizá porque adquieren sentido desde el silencio y porque no hay arte sin obsesión, hace muchos años que secuestro palabras para hacerlas también mías. De vez en cuando las anoto en aquella libreta vieja de hojas intercambiables. Y de cuando en vez repaso sus páginas como ensimismado con su música: aporía, calima, ditirambo, estuario, fisión, guacamaya, hontanar, inmanencia, iridiscencia, jofaina, molicie, peltre, quiasma, solecismo, vesania, yesca, zaragüelles…