(ASUNCIÓN, PARAGUAY). Dicen que nunca Asunción estuvo tan segura y protegida. Yo jamás vi tantas armas de fuego como ahora. Espalda con espalda, los uniformados ocupan cada esquina munición en mano. ¿No es, que diría Locke, como si para proteger un patio de gallinas del zorro lo pusieran bajo la protección del lobo? Es la trastienda de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, donde caben tanto reyes como zapateros, con el traje como pasaporte de tránsito. Cuando me cruzo con alguien acompañado de una corbata pienso: ¡qué felices somos los tres! La alta política es muy proclive a reducir los mensajes a imágenes. Yo en esta Cumbre no ‘cabo’. Y las ‘tierras malhabidas’ quedan para mañana. Así que me voy por peteneras y, para las últimas líneas de este brevario, pinto unas prostitutas. Porque al fin y al cabo todos llevamos una dentro. Pero también porque son realmente honestas, ahora que el motivo esencial es el dinero. Democracia. Dicen.