(PHOENIX, ESTADOS UNIDOS). En la quimera de las barras y las estrellas, donde el mejor de los sueños es una propiedad remota flanqueada por verde prado, donde el amor a la patria lo miden en pulgadas, el modelo tampoco funciona. Con la fachada tiznada con el mejor de los pigmentos, aprehendemos la realidad como nos la dicen… hasta que madame Bolsa nos recuerda que este capitalismo no es sino un sistema de destrucción generalizada y el imperialismo, su forma de mirar. A mujeres y hombres de grandes recursos y escasos dineros les vendieron el binomio libertad-riqueza. Lo compraron, claro. Y ahora saben de la falsedad del mensaje. La libertad no está en venta. Sigo creyendo en la culpabilidad de la primera persona singular que todos llevamos dentro. El gobernante no gobierna, sólo administra. La libertad es tan sólo una actitud personal.