(BURGOS). Todavía es posible velar por la humanidad del ser humano. La vida humana como punto de partida y la dignidad humana como punto de llegada, en un recorrido transformador desde las corporalidades sufrientes y periféricas. La urgencia del aquí y el ahora trufada con la trascendencia del mañana y las memorias ausentes. No es que no haya alternativa (fundamento del pensamiento TINA, There Is No Alternative, el fin de las ideologías verbalizado oficialmente por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher), sino que la alternativa no es singular. Por eso lo radicalmente transformador no es la promesa utópica en el no-lugar (u-topía), sino la transontología que se abre a esos otros-lugares (hetero-topía) que los de la Modernidad y sus herencias ulteriores, postmodernas.